Richard Brodin, ingeniero.
Los títulos de cabecera de Congreso en Sevilla atribuyen la paternidad de su argumento a José María Pemán, la adaptación a Francisco Bonmatí de Codecido y el guión cinematográfico y los diálogos a cinco responsables: el propio realizador Antonio Román, su acostumbrado colaborador Pedro de Juan, los también habituales libretistas de comedia José Luis Colina y José Santugini y Tono.
la película busca reciclar la imagen folclórica de Carmen Sevilla al situarla como socia de un restaurante andaluz en la ciudad vieja de Estocolmo. El prólogo juega con los tópicos de la españolada y con el lenguaje cinematográfico (la protagonista da marcha atrás en la película y propone repetir con doblaje españnol una conversación que acabamos de escuchar en sueco), esto forma parte de un codornicismo asumido por la mayoría de espectadores y cultivado sistemáticamente por Colina en las secuencias de precréditos de todas las películas que escribe para Luis Lucia en esta época.
Pepe Coira, biógrafo de Román, asegura que es difícil desentrañar la aportación de cada cual, pero señala las escenas de Gómez-Bur, como probables contribuciones de Tono. No es extraño porque el actor encarna a un orate que toma la guitarra de la falsa doctora Petersen por un niño con complejo de guitarra, probablemente a causa del trauma contraído al tragarse un silbato.
Gema Fernández-Hoya: «Congreso en Sevilla (A. Román, 1955)», en La pirotecnia de la palabra. Antonio de Lara Gavilán «Tono» y el cine. Universidad Compluetense, 2011.