Andrés Åkerman (Murcia-)

Foto de Dagens Nyheter, 4 enero 1938, p. 1. Reportaje de Erik Malmström sobre los suecos con Franco.

Andrés Åkerman era un sueco que llevaba desde 1932 en San Sebastián. No era raro que un empresario suecos con intereses en España fuera también vicecónsul de Suecia.

Cuando estalló la Guerra Civil unos 900 refugiados extranjeros salieron de San Sebastián en barcos franceses e ingleses. Entre ellos estaba Åkerman con su mujer y cuatro hijos junto al ciudadano sueco Hans S. Verner (secretario del viceconsulado sueco en San Sebastián) 1 y su mujer Dagmar Pettersson.

El cónsul finlandés Harmens (ciudadano noruego) se quedó en San Sebastián a pesar de que su mujer Hauxine murió de una bala perdida mientras miraba por la ventana.

DN, 27 julio 1936, p. 14.

La mejor fuente para seguir la actuación de Åkerman como enlace entre Suecia y la España Nacional se encuentra en la tesis de Benito Peix Geldart: Relaciones políticas y diplomáticas entre España y Suecia de 1931 a 1939. Instituto Universitario de Historia Simancas, Universidad de Valladolid, 2013.

Las autoridades franquistas elaboraron el siguiente informe sobre Andrés Åkerman (AMAEC R 790, 3):

Vicecónsul de Suecia, nació en Murcia, nacional sueco por parte de sus padres. Reside en España desde hace muchos años. Desde hace tres en San Sebastián. Católico, sus hijos estudian en el Colegio de Santa María. Referente a sus ideas políticas, no se ha significado nunca en ellas en nuestra nación, demostrando actualmente su preferencia por nuestro glorioso movimiento nacional. Goza de excelente reputación personal lo mismo en los centros diplomáticos que en los comerciales. Muy bien relacionado en nuestras esferas nacionales, observando dentro de ellas una conducta irreprochable.

Enlace con la España Nacional
Aparte de interesarse por personas perseguidas, fue Åkerman hombre de contacto de la clase empresarial sueca con la España de Franco, y hombre clave en las presiones ejercidas por ésta frente a su gobierno para tratar de conseguir un intercambio de agentes comerciales y finalmente el reconocimiento oficial del nuevo régimen 2. En noviembre de 1937 Åkerman y un grupo de suecos residentes en España comunicaban en una carta al Ministerio sueco de Negocios Extranjeros, presentando a la República como régimen violento con el que la democracia sueca no podía tener nada en común y solicitando que se reprochara a la prensa sueca sus ataques al régimen de Franco y el reconocimiento del mismo por parte del gobierno sueco (RA, UD, 1920-års dossierssystem, HP 36, vol. 1522, carta de los suecos residentes en España, de 11.XI.1937):

Tenemos el firme convencimiento de que nuestro sistema sueco de gobierno no tiene nada en común con el régimen violento, que desde el comienzo de la guerra civil está vigente en la zona de España controlada por el gobierno de Valencia, y opinamos además que el alzamiento nacional [sic: nationella rensningen] surgió en virtud de una poderosa opinión popular motivada por las circunstancias caóticas que reinaban en el país en la primera mitad del año 1936. No tenemos la más mínima duda de que el general Franco cuenta hoy con el apoyo de la inmensa mayoría del pueblo español, a ambos lados del frente.

El asunto no deja de tener su interés, pues será precisamente Åkerman la persona elegida por los empresarios suecos como su representante para centralizar todas las cuestiones comerciales con la España de Franco. El jefe de la Sección comercial del Ministerio sueco de Negocios Extranjeros, Stig Sahlin, opinaba que ese cargo podría ser ocupado por un cónsul. En la duda sobre la persona a elegir, von Heinestam quiso saber la opinión del Ministro Rickard Sandler, que al parecer fue terminante en su negativa a dotar a la persona en cuestión de ningún tipo de encargo oficial y prohibió todo tipo de iniciativas privadas en relación con el reconocimiento del régimen franquista.

A pesar de ello, el comité de los empresarios se puso en contacto con el representante franquista en Estocolmo, Gabriel Dafonte, y encargó a Åkerman que se pusiera en contacto con las autoridades comerciales de Burgos. Éste, en lugar de hacerlo así, se puso directamente en contacto con Antonio Sangróniz, e insistió ante sus poderdantes en la necesidad de presionar al gobierno sueco a llevar a cabo negociaciones a nivel político, pues ya era demasiado tarde, en su opinión, para quedarse en un plano solamente comercial. La SAE mostró, con todo, un cierto temor de ejercer demasiada presión.

Así, por partida doble, a través de Åkerman en San Sebastián y Dafonte en Estocolmo, comenzaron las gestiones destinadas a conseguir un reconocimiento oficial, al menos a nivel de intercambio de agentes, entre Suecia y la España de Franco. Aparte de la presión directa por parte de la SAE, llegaron por aquellos días al Ministerio sueco cartas de empresarios suecos singulares, todas en el mismo sentido. Una carta de Arthur Spanberg, miembro del Comité de la Cámara de Comercio sueca en Francia, insistia en la necesidad de regularizar el comercio para evitar las “trabas de lentitud” que imponían las autoridades de la España franquista franquistas en los asuntos comerciales. Otra carta, de Leje y Thurne en nombre de las empresas Stora Kopparbergs Bergslags AB, Kopparberg AB, Hofors Sågverk AB y Vifstavarvs AB, pedía el establecimiento de relaciones con Franco cuanto antes.

Así, por partida doble, a través de Åkerman en San Sebastián y Dafonte en Estocolmo, comenzaron las gestiones destinadas a conseguir un reconocimiento oficial, al menos a nivel de intercambio de agentes, entre Suecia y la España de Franco.

  1. Cf. «Svenskar räddade från San Sebastian», SvD, 27.07.1936, p. 1.
  2. En cierta ocasión, el Ministerio sueco de Negocios Extranjeros se sintió obligado a aclararle, por medio de Carl Ivan Danielsson, cuál era la política sueca de neutralidad y a recordarle la falta de simpatía que el país escandinavo sentía por el fascismo