El argumento sería el siguiente:
Víctor y Santi traban amistad haciendo “auto-stop». Tienen un destino y un propósito comunes: llegar a la Costa Brava y pasarlo lo mejor posible. Gracias a Gregor, un rico industrial nórdico, conocen a sus dos sobrinos, Ingrid y Sergio, y a la novia de éste, Lidia, que viven en una suntuosa finca. Para no desentonar, Víctor y Santi se hacen pasar por importantes negociantes. Ingrid visita su yate, a punto para iniciar un crucero, Víctor declina la invitación de participar en él, y se sincera: son unos pobres diablos y no tienen un céntimo. Pero Ingrid es una mujer sin prejuicios. Además, Víctor le gusta. Víctor y Santi terminan por embarcarse en el «Star». Desde el primer instante, Lidia y Víctor han acusado una mutua atracción: pero durante el crucero, Víctor e Ingrid dan la impresión de una feliz pareja, cosa que desespera a Lidia. Sergio, aficionado a la pesca submarina, corre un serio peligro y es salvado por Víctor en difíciles circunstancias. Ingrid quiere rectificar su conducta, mientras Lidia aún confía en recuperar el amor de Víctor. A pesar de todo, Víctor parece más resuelto que nunca a seguir a Ingrid, a unirse a sus proyectos. Lidia, decepcionada, abandona el yate. Antes se sincera con Sergio. Ambos están de acuerdo en admitir que nunca han sentido un verdadero afecto. Víctor no le oculta a Ingrid que su mundo no le interesa. Y abandona el »Star» para unirse a Lidia, cuando está a punto de zarpar en un correo marítimo. Santi, el más inseparable amigo de Víctor, lo hace «in extremis». [«Archivo de cine de movilidad», Biblioteca de la Universidad Carlos III de Madrid.]
Rossana Yanni recuerda ésta como su primera película. Un representante le propone que vaya a ver a los productores y les diga que ha rodado ya varias en Argentina e Italia:
Como era la época franquista y había una fuerte censura no llegaba casi nada, y lo que llegaba estaba todo cortado. Tuve el valor de seguir el juego, decir que sí y me contrataron para Sol de verano, donde debuté en el cine con Arturo Fernández. Fue un regalo que me hizo España, porque yo cómo me iba a imaginar que se me abrirían las puertas del cine.
A partir de entonces fue un sin parar. Hacíamos en poquísimo tiempo, de dos a cuatro semanas, una película y era la época de las comedias de José Luis López Vázquez, Alfredo Landa y de todos estos grandes actores en las que nosotras éramos las chicas guapas. Yo siempre hacía de sueca (risas), la extranjera, y era la que se ponía el bikini, ya que las extranjeras se lo ponían, las españolas no. Entonces ya teníamos a veces doble versión: la película con traje de baño entero para España, y la que se vendía a Sudamérica en bikini. ¡Qué época! ¿Eh? [«Rossana Yanni, el delicado erotismo», en Proyecto Naschy, 29 de mayo de 2017.]