Adi Enberg (Barcelona, 1901-19891) fue una periodista hispano-escandinava políglota, aventurera y espía con un alto nivel cultural y un espíritu liberal vanguardista muy adelantada a la época convulsa que le tocó vivir, tanto en lo que se refiere a la España de la época, como a la propia Guerra Civil y a la Segunda Guerra Mundial.
Provenía de una familia de alto nivel económico formada por el noruego Hafldan Enberg (-1946), cónsul de Dinamarca en Barcelona, y la sueca Olga Whertman. Era una mujer alta, rubia, de frente ancha, piel fina y con un enorme interés por la cultura y los viajes.
Conoció a Josep Pla en París en febrero del 1924. Teóricamente formalizaron su relación sentimental la Navidad de 1926, en Londres, aunque nunca ha aparecido ningún documento sobre este matrimonio de facto.
Durante la República vivieron juntos en Madrid. De hecho, en abril de 1931, la misma mañana de la proclamación de la República, Josep Pla fue enviado a Madrid por Cambó como corresponsal de La Veu. El dietario de esos meses está recogido en su obra Madrid. El advenimiento de la República. Junto a Adi Enberg, Josep Pla permaneció en la capital durante casi todo el periodo republicano (1931-1936), ejerciendo de cronista parlamentario, lo que le permitió relacionarse con las élites 1.
Sea como fuere, alegando razones de salud, Pla y Adi abandonaron un Madrid muy peligroso pocos meses antes de comenzar la Guerra Civil. Tampoco Barcelona les pareció una ciudad segura y huyeron en barco de la Cataluña republicana en dirección a Marsella, en septiembre de 1936.
Dicen las crónicas que meses después de estallar la guerra, ya exiliados, Adi y Pla trabajaron como “informadores” al servicio de Cambó en favor de la causa franquista. Cuesta imaginar que Pla y la progresista Adi se prestaran a realizar ese trabajo sin más, aunque hay papeles que vinculan a Adi con los servicios de información SIFNE, el Servicio de Información de la Frontera Noreste, un servicio de espionaje financiado por Francesc Cambó, tareas con las que algunas fuentes afirman que colaboró también Pla (por ejemplo, durante su estancia en Marsella).
En 1939, al acabar la contienda, Pla se retiró al minúsculo puerto de Fornells, en el litoral de Begur. Después de varios años de convivencia con Adi, que también vivía en Begur, la situación se había vuelto insostenible y se separaron. Dice Arcadi Espada que “Pla y Adi rompieron su convivencia -que no su contacto- poco después de terminarse la guerra civil. En el año 1951, Adi se volvió a casar: con el pintor mallorquín Fuster Valiente, que murió 13 años después”.
Cristina Badosa, biógrafa de Pla (“Biografía del solitario”), dice de Adi Enberg lo siguiente:
Hablaba catalán perfectamente con un deje ampurdanés divertidísimo. Era una persona de una gran finura psicológica, muy buena mujer, con un carácter fuertísimo, insoportable a veces, muy terca, con una ironía muy fina pero más caritativa que la de Pla: era irónica pero no era crítica con la gente, era muy tolerante, tremendamente tolerante. (…) Ella me confesó que nunca se casó con Pla, que habían hecho una especie de casamiento en un barco cuando regresan de Londres, de manera que el capitán pudiera estampar en el pasaporte que los había casado con la finalidad de satisfacer a la madre de Pla.
- En opinión de varios historiadores estudiosos del tema: “Pla, que no era ni antirrepublicano ni antimonárquico, sino un pragmático que buscaba la modernización del Estado, manifestó en un primer momento cierta simpatía por la República: creía que el nuevo sistema político podía cuajar en España si se consolidaba siguiendo el modelo de la República Francesa, aunque poco a poco se fue desencantando con el curso que tomaban los acontecimientos hasta considerarlo una completa «locura frenética y destructora»”. ↩