Archivo del Autor: Emilio Quintana Pareja

Arvid Fougstedt en España (1916-1917)

«Estación española» (Ávila) (1919) de Arvid Fougstedt (1888–1949).

El pintor sueco Arvid Fougstedt (Estocolmo, 1888–1949) estuvo en España durante la Gran Guerra. Fue a París para estudiar en la Académie Colarossi con Christian Krohg como profesor (1908), y en la escuela de Henri Matisse (1910). Durante estos años parisinos tuvo la influencia clasicista de Jacques-Louis David, y estudió a los maestros del Renacimiento francés. En febrero de 1913 en París tuvo la oportunidad de admirar la exposición «David et ses élèves», que lo orientó hacia el clasicismo. Lo marcó enormemente Pascin y sus líneas finas.

En febrero de 1914 se le permitió alquilar el antiguo estudio de Pascin, en el número 3 de la rue Joseph Bara. Allí, durante la guerra, nació su hijo Erik, a quien el padre retrató al óleo en 1928, Erik como Joseph Bara. Ahí fue donde maduró su estilo al que llamó den nya sakligheten («el nuevo prosaísmo»).

Durante la Gran Guerra participó en un concurso estatal de premios »La guerra en imágenes». Produjo doce acuarelas aceptadas y bien pagadas; se imprimieron como postales y se difundieron como propaganda, principalmente en Estados Unidos.

En 1916 recibió el encargo de pintar en Madrid el tríptico del altar de Memling que está en el Museo del Prado, algo que también influyó en su estilo. El niño Jesús desnudo le parecía una encarnación estética de su propio hijo Erik, de 6 meses. El hijo siguió siendo a lo largo de los años un motivo siempre recurrente.

En marzo de 1917, AF dejó París con su familia y viajó por Suiza y Alemania hasta Estocolmo. Su estilo había alcanzado una síntesis del Imperio francés, el cubismo, el Renacimiento alemán y el Renacimiento holandés. En su primera exposición en Sthlm en febrero de 1919, F mostró, entre otras cosas, el óleo »Ingres en el taller de David» (1918) 1

«Músicos callejeros españoles», de Arvid Fougstedt (1888–1949). A partir de un dibujo que se conserva en el Moderna muséet de Estocolmo.

Más obra
Baile español (París, 1914) / Baile español (París, 1914) / Gerda och Erik (29.05. 1916, su mujer e hijo) / Tipos de Madrid (7.06.1916) / Calle de Madrid / Madrid / Barbería española (1929) / Escenas de toros 1, 2, 3 / Motivo callejero / Tipos de la calle de Alcalá

Los papeles de AF están en el Arken de la Biblioteca Nacional. En el Museo de Arte Moderno de Estocolmo se conserva buena parte de su obra: MME

  1. La naturaleza programática de la composición estaba lista para que Pär Lagerkvist la apreciara críticamente. La pintura de F destaca las famosas palabras de Ingres: »El dibujo es la honestidad del arte». La pintura es conocida como un símbolo del neoclasicismo sueco del siglo XX. En 1923, F interpretó una composición más elegante »Ingres en el estudio de David. II».

Velada española en Sundsvall (1959)

Reso AB organiza una velada española en Sundsvall. 7 de marzo de 1959.

Reso AB fue una cadena de agencias de viajes, grupo hotelero y operador turístico sueco propiedad de los movimientos populares suecos, entre otros, Kooperativa förbundet (KF) y Arbetarnas bildningsförbund (ABF). Se fubda en 1937 y promueve los «folksemester» o vacaciones populares. Tenía las oficinas en Klara Norra Kyrkogata 31.

Postal de JOM en Sago-konst (1934-1952)

Nej, men den här hatten ser jag ju som en spansk dansös («no, pero este sombrero me hace parecer una bailarina española»). Postal de JOM, autor que no conozco y autor de una serie de 8 postales más en esta serie humorística de los años 40.

Se trata de tarjetas en color de formato 14×9 cm. En Sago-konst (que operó entre 1934 y 1952). La empresa fue comprada en la década de 1950 por AB Sveriges Litografiska tryckerier, S.L.T, que en 1970 cambió su nombre a Esselte. Cuando Sagokonst cambió su nombre a AB Grafiska Konst en 1952, esta editorial también formaba parte de S.L.T. (ver el libro de Arne Sandström «La historia de la postal» de 2015).

Ojo a la aberrante serie de motivos hispanos Nils Hansson.

José de Orueta: Memorias de un bilbaíno (1870 a 1900)

Memorias de un bilbaíno, 1870 a 1900 / José de Orueta. San Sebastián : Nueva Editorial, 1929. Orueta repasa algunas familias noruegas que se instalaron como colonia comercial en Bilbao. Es muy interesante desde una perspectiva imagológica.

En noruegos y suecos también hemos tenido colonia y, en gran parte, adaptada y fundida ya en Bilbao por sus enlaces. Don Hilario Lund fué de los primeros y más importantes noruegos que se estableció para el comercio de productos de su país, madera y bacalao, tomando su casa grandes vuelos y con resultado. Don Hilario fué un señor alto, rubio y bondadoso, tipo clásico escandinavo y que, expansivo y generoso, se captó siempre las simpatías generales; fué muy amigo de don Emilio Castelar, a quien tenía en admiración. Casado con una señorita buenísima, íntima amiga de mi madre, doña Juana de Ugarte, tuvo una descendencia con sello escandinavo, toda ella inconfundible. Su hijo mayor, Hilario, fué amigo íntimo nuestro y queridísimo. Una noche de Navidad, en ¡os tiempos de nuestras capillas, después de cantar ¡a misa dei gallo en los Carmelitas de Begoña, bajamos a Bilbao; alguien tenía un silbo o una ocarina y a la una y media de la madrugada se nos ocurrió bailar un aurresku en la plaza de Santiago. En ello estábamos cuando, del fondo de la noche brumosa y de la calle Bidebarrieta, vimos atravesar, a escape, una camilla cubierta, llevada en hombros, y varias personas apresuradas detrás, en dirección a Achuri. Alguien se destacó de nuestro grupo y, preguntando, supimos por él que un dependiente de casa de Lund, herido en accidente, era conducido al Hospital Civil. A! dfa siguiente supimos toda la verdad. Hilarlo, nuestro querido amigo, después de una alegre cena de familia, festejada doblemente en su casa por recuerdo de un gran premio de lotería en igual fecha de ctro año, había sido victima de un accidente mortal, nunca bien explicado en sus causas.
Para todos nosotros, que ¡e queríamos entrañabíemente, fué una gran pena y para la familia un golpe espantoso. El pobre don Hilario apenas levantó cabeza ya y se fueron con «Hilarito> todas sus alegrías y expansiones.

Otra hija, Juana, casó con nuestro querido amigo don Aniceto de Achúcarro, de quien ya se habla en otro lugar de este libro como médico y gran aficionado a la música, y su descendencia ha sido de frutos brillantes, sobresaliendo el malogrado doctor Nicolás Achucarro, de tan corta pero brillante historia en la medicina española; otra casó con Pedro Clausen, noruego también y que fué socio de la casa; y oíro hijo menor, Luis, a quien apenas tuve ocasión de tratar, vivió varios años después, dejando descendencia.

El señor don Pedro Clausen era también afable, fino y bondadoso, de gustos sencillos y familiares y tuvo amistad con don Otto Kreizner, el mismo alemán antes citado.

La de Mowinckel fué también oíra familia noruega interesante de esa colonia. La primera generación debió ser muy antigua; y al fijarse en Bilbao, algún otro hermano lo hizo en Santander, donde hubo otra rama dedicada también al mismo negocio del bacalao y la madera. Los padres murieron o marcharon a Noruega, no lo sé, y, mientras, la casa seguía en Bilbao. De los hijos, y de chicos, conocí a Gerardo y Conrado y a una muchacha hermana, algo mayor que ellos, preciosísima y que también llamaba la atención como belleza en Biarritz, en 1874, a donde emigraron durante el bombardeo.

Pasados algunos veinte años, los dos muchachos, recién casados, volvieron a Bilbao; primero, el uno y, luego, el otro a ponerse al frente de su casa. Conrado, que vino el primero, recuerdo nos dió a sus antiguos amigos y tos de su familia, una comida memorable, a la que asistió Pacho Gaminde, que era un entusiasta de Noruega.

Nos recibieron él y su esposa, que era una simpática muchacha noruega, llamada Elga, y, reunidos los invitados, que éramos diez o doce, pasamos a un gabinete inmediato al comedor, donde una
mesa llena de aperitivos del Norte hacía de prólogo. Platos de caviar, arenques, pescado ahumado y todo género de preparados picantes y fuertísimos se rociaban con aguardiente de Danzig, Ginebra, aguardiente ruso y ot^os explosivos, en los que su fuerza expansiva natural estaba aún reforzada con pimientas de todas partes, mostazas y amargos. Una buena sentada en la mesa del prólogo y
ya tirábamos humo al pasar ai comedor, donde con toda solemnidad nos sentábamos alrededor de una mesa, preciosamente adornada, y donde cada comensal tenía enfrente de sí unas doce copas de varios tamaños, formas y colores, como índice de la música que había de envolver la suculenta letra de aquel magnífico drama lírico. Unas sopas de cangrejos y rabo de buey, bien sabrosas y picantes también, para ponernos a tono, y luego… una serie de platos fuertes con otros de legumbres, salsas y adornos que no tenía fin y que, porno ser prolijo, diré solamente que duró en su sucesión tres horas
largas y que, seguramente, las boas, al prepararse para su sueno de
todo el invierno, no llegan con mucho a lo que para nosotros fué la
provisión de aquel día. Esto en la letra, en lo sólido; porque en la
música, en lo líquido, yo’no he visto en los días de mi vida nada parecido a lo que allí nos presentaron de beber los amos generosos de
aquella casa. Ya he dicho lo de las doce copas, todas llenas por turnos
y rellenas aun después del turno y en cuanto estaban vacías, pero
esto era lo de menos, pues esa era la pitanza voluntaria de cada
uno, encima de ia cual habfa la oficial y obligatoria y que consistía
en lo siguiente: Apenas ingerida la sopa, el dueño de la casa, después de una amable alocución, que empezaba y terminaba con el famoso Sckoll, tomó un enorme cuerno de búfalo o no sé qué otro
animal bovino y que hasta entonces estuvo sobre el aparador; este
cuerno tenía un aro de plata en su parte ancha extrema, donde estaban grabados los nombres y fecha de la boda de los anfitriones;
otro aro, como cintura, en el centro, daba apoyo a dos grandes
patas de ave, también de plata, y su punta, que se apoyaba en la
mesa forrada del mismo metal, hacían, para el conjunto, un apoyo
con el borde hacia arriba. Conrado descorchó dos botellas de champagne, con las que llenó el interior del cuerno y, después del Sckoll
final y del saludo, él y su mujer bebieron de él, pasándolo para igual
formalidad al primer invitado, haciendo lo mismo éste y, así, de
uno a uno, en ronda, hasta volver al dueño de la casa. Este bebía
otro trago, volvía a pasar y, así, durante toda la duración de la comida, siguió circulando sin cesar por la mesa el cuerno, con la sol?
intermitencia a que obligaba el volver a llenarlo cuando el interior se
vaciaba.
Es de advertir que, según la leyenda norteña, que allí se citó, la
felicidad de los cónyuges dependía de nuestra resistencia en aquel
trance y, por tanto, era imposible negarse a consumir turno, so pena
de grave descortesía. Toda la defensa posible era el pequeño retraso por ocupación bucal y el cerrar prudentemente los labios al levantar el cuerno y el codo con él.
Pacho decía que con aquello del cuerno más que borrachos llegaríamos a estar ahogados, pero que comprendía que para apagar lo
de los arenques y cangrejos con aguardiente, que decía le andaban
ya como cohetes en ¡a tripa, ya hacía falta aquella bomba muñidpai, que hacía, además, de pedal de órgano en la fiesta.
Después de la comida el café, los licores y de nuevo los aguardientes.
AI levantarnos, después de las tres horas, en la mesa del prólogo
y de los aperitivos de antes sendas filas de botellas de cerveza,
jarras y vasos, con o sin tapadera, nos esperaban hospitalarias, Invitándonos a aplacar la sed. Nos sentamos una hora más y al levantarnos, ya de noche, decía Pacho, en guasa, a todos que no se fueran, porque en Noruega, a donde él solía ir y por eso sabía, era de
muy mal gusto y estaba mal visto el no quedarse a cenar en la casa
en que ha sido uno invitado a comer. A pesar de ello, salimos, después de dar las gracias por tan espléndido banquete y ya entrenados
para viajes a Escandinavia.
Conrado y su señora pasaron tres o cuatro años y se fueron a
Noruega, viniendo a sustituirlos Gerardo, su hermano mayor, con
su señora, distinguidísima, sportiva, especialmente en náutica, y con
distinciones por ello del Rey de su país; y tan agradables y simpáticos los dos, como sus hermanos que les precedieron. Los frecuentamos bastante y se identificaron mucho con la vida de Bilbao, marchándose también a su país dos o tres años después y dejándonos
grato recuerdo.
Don Federico Langoor y su señora Rajna, director él de «La Compañía de Maderas*, fué también un matrimonio de noruegos, muy
simpáticos, finos y agradables. Vivían en la casa transportable de
madera, que antes he citado, en frente de la Salve y final de Uribitarte. Yo les traté algo, y conservo muy buen recuerdo, pero Pacho Gaminde era muy asiduo. Solía ir por las noches a hacer tertulia a su
casa y llegó a tener muy estrecha amistad. Los veranos los pasaban
en gran parte en Noruega y en una hermosa posesión dentro de un
precioso «fjord>, no lejos de Cristianía. Pacho fué varias veces con
ellos y a la vuelta nos contaba las maravillas y sus entusiasmos por
aquel país, donde «en verano no saben cuándo dormir las gallinas
porque es un día perpetuo, y en invierno, como todo es noche, hay
que cenar fres veces, jugar mucho al tresillo y dormir mucho>.

Conservo de él una preciosa enría de allí escrita y que firma «Calón*, nombre de un rico minero de entonces; costumbre que tenía en
casi todas sus carias y adoptando nombres variados de millonarios
y poderosos. En ella, y después de unas descripciones efusivas del
país, en donde según dice: «no sube ni baja la marea y no hay botas
viejas, ni galos muertos en la orilla y es todo una presfosidad»; se
extasía ante e! hecho de haber visitado la cárcel de Cristiania, toda
limpia y relucíeníe, y donde en aquel momento no había ningún preso, porque según él, «nadie meresía en el pueblo. |Ya ves qué felises/>, añade, y termina: «En este momento vengo de acompañarle a
Adscr una visita a Rajna, y mientras ella dentro de la casa visitaba,
yo he estado fuera paseando y comiéndome ¡a pared que era de frambuesas. jY pensar que nosotros creíamos que aquí no hay más que
bacalaol
»Adiós, recuerdos a todos esos. Pronto iré a tomar horchata y al
palco con vosotros. Tuyo, Calón*.
Otros noruegos, todos ellos muy agradables, hubo que yo apenas
conocí, dependientes de las casas de Lund y Mowinkell, que vivieron
muchos años y se hicieron bilbaínos ya de hecho; de entre ellos traté
y conocí a uno llamado Hans.
Y por último, los Suizos. Yo no conocí más que de vista a los
que de ordinario aparecían en los mostradores del café y pastelería
de su nombre y fundación; pero debieron ser éstos gente muy amable
y que tenía muchas simpatías y relaciones en Bilbao. En mi época,
Antonino Mayor era uno de los de su mayor intimidad y hacía con
ellos íertulia en repostería y cocinas. Si, como parece cierto, el café
de la Plaza Nueva lo fundaron en 1811, han sido varías las generaciones que han pasado por ahí, hasía los últimos que fueron sus poseedores. Son, por tanto, dignos de señalarse por su antigüedad y
su obra entre las colonias extranjeras en Bilbao.
El famoso y antiguo letrero pintado en lienzo, que aún se conserva en la entrada del café primitivo y por los arcos de la Plaza Nueva,
señala esa fecha, y era mofivo de admiración para nosotros, de chicos. Dos camareros con sendas palillas rubias, de gorra, frac cruzado, paníalón corto de seda, con sus mandiles delante, sostienen
con una mano el cartel y muestran con la otra al curioso el texto de

SU leyenda, escrito en caracteres italiano, primero; de cursiva inglesa,
luego, y góticos en la última línea, y que dice así:
Café Suizo y Pasteierfa
de M atossy y C o m pañía
fábrica de toda clase de licores
y venden vinos generosos
españoles y extranjeros.
A los lados de ambos camareros hay en una mesa, a la derecha,
algunos adminículos de servicio y, entre ellos, un pastel, montado en
forma de kiosco, con cuatro columnas, y en el otro lado, además de
unas copas y botellas de formas y colores atrayentes, una bandeja
con sendos helados o sorbetes blancos, cremas y rosas que surgen
de las copas en penachos rizados, que nos embobaban, haciéndonos
relamer de gusto al contemplarlos.
A juzgar por el letrero, los fundadores eran de una honradez exquisita. Hoy no se atrevería ningún establecimiento de su clase a
anunciar que fabrica sus licores, ni aun para convencernos que son
de confianza; y tienen que ser de Holanda, Escocia, Francia o el
Báltico, para ser, como exige la clientela, legítim os. Pero, además de
la honradez declarada, debieron ser de mucha probidad en cuanto
a las calidades y factura de todo cuanto vendían, que era superior.
Pronto les valió esto justa fama, y así, de este primer café bilbaíno,
se propagaron por toda España y, años después, no había capital de
provincia en ella sin su café Suizo correspondiente.
Más adelante, la razón social pasó a ser «Matossy, Fanconni y
Compañía», y aunque este segundo nombre, como el primero, son de
origen italiano, debió ser suizo también el nuevo socio y ‘ambos
de esa región fronteriza de cuatro naciones y que de antiguo tiene
fama de producir grandes hoteleros, restauradores y cafeteros.
y yo no sé si serán recuerdos ilusorios, pero puedo decir por mí,
que como aquellos Oporío, Moscatel, Málaga, y aquellos Anisete,
Rom y Cognac del Suizo viejo, no he vuelto a paladear más.
Recuerdo de un famoso Rom, en botellas redondas y bajas, que
cuando la fuerte grippe (dengue) de 1894-96, hizo furor como remedio infalible para reaccionar, traspirar y curarse después de un letar­
go encanfador. Y fambién, que en tal ocasión llevé una de ellas a un
Ingeniero alemán de Zorroza y amigo, a quien encontré muy postrado. Le dejé la famosa botella y al día siguiente me dijo que, después de vaciarla a tragos, había pasado la noche soñando que él era
una locomotora, con escapes de vapor por todas partes y hasta con
calor y silbidos apropiados, encontrándose después feliz y tranquilo
y complctamenfe curado.
En cuanto a la pastelería y bombones ya he hablado de ellos con
otros motivos y me relevo de más elogios, con sólo repetir que eran
excelentes.
Así, pues, e! café Suizo en Bilbao, con sus excelencias, llegó a ser
una institución. A su alrededor se agruparon luego el Club de Regatas y la Sociedad Bilbaína, que se servían, en gran parte, de su bodega y repostería. En su salón de arriba, adornado con columnas y
terciopelo rojo, se dieron bailes importantes; años más tarde jugaban sus famosas partidas de ajedrez Pepe Vitoria y mi padre político,
don Alejandro Rivero, tarareando éste sin parar, mientras, cl himno de
Riego, y siendo ambos dos ases de ese juego, entonces. En su billar
hubo sensacionales partidas de desafío entre grandes jugadores, y
además, toda nuestra generación pasó jugando por aquella mesa.
Hubiese sido, pues, imperdonable no citar a esta colonia suiza tan
interesante y cuya labor tanto arraigo tuvo en nuestra Villa.

Vera Nilsson (1888-1979) en España

Vera Nilsson (Jönköping, 1 de junio de 1888-Estocolmo, 13 de mayo de 1979) fue una de las artistas suecas más populares del siglo XX. Las exposiciones que hacía atraían numeroso y entusiasta público. Larga estancia en España en 1919-1920. Durante sus viajes al extranjero, nunca hizo visitas turísticas cortas, sino que siempre vivió durante más tiempo en el país en cuestión, sobre todo para conocer a la gente. En España, el encuentro con El Greco fue la gran experiencia, que entre otras cosas vio la luz en la visionaria composición expresionista Calle de Málaga, que interpretó en varias versiones en los años 1920-22.

Palmeras (1919–1920)

Rechazó participar en Till Madrid porque tenía su propia agenda de denucia de los intereses comerciales de la guerra. Su esfuerzo por el pueblo español durante la guerra civil se manifiesta en 1939 en un cuadro gigante llamado Penningen contra liv (dinero contra vida), donde la amenaza se concreta en un terrible tanque propulsado por especuladores de la guerra, y el terror popular adquiere formas convulsivamente expresivas. Esta imagen aparece publicada en I dag Spanien (Svenska hjälpkommittén för Spanien, 1939)

Es una reproducción de su famosa obra manifiesto (1938) que en 2022 fue exhibida en Humanity – The Power of Art in Difficult Times (8 abril-11 septiembre 2022).


El pensamiento de Nilsson era que la pintura del frontón de alguna casa gritaría su mensaje, pero no fue así. Ha estado en el centro cultural Skövde desde 1964.

Pensión Han de Islandia, Madrid

El nombre procede de una novela de Victor Hugo, de 1823. Por esta pensión, que por dos reales ofrecía un camastro infectado de chinches, durmieron buena parte de los bohemios: Armando Buscarini, Vidal y Planas…

En Memorias de un hampón, cuyo narrador es Abel de la Cruz, alter ego del autor (Vidal y Planas), y su muerte arranca de los hampones del dormitorio Han de Islandia la siguiente oración con que termina el epílogo:

Abel de la Cruz: tú que estás en el cielo, porque ya tienes novia que te comprende, ruega por nosotros. Se seca de tristeza nuestro pobre corazón, igual que se secaba el tuyo. ¡Pide a Dios nuestro Señor que nos lo arranque y lo deposite en las manos de la Muerte, novia amantísima de todos los tristes y los locos! (102).

Se describe con detalle prolijo la casa de Han de Islandia, el horrendo dormitorio común donde pernoctan todas las noches unos veinte hampones y que está presidido por un temible viejo que empuña un garrote siniestro:

Al remate de un luengo corredor tenebroso, que hiede a suciedad y miseria, está la alcoba. Es amplia esta alcoba… pero de baja techumbre y muy opaca, con dos ventanucos que dan a un patio interior. Veinte sórdidos camastros se hacinan en la habitación. Las colchas son encarnadas, con caprichosos dibujos negros, como las de los hospitales. En el centro de la alcoba, sobre una mesa perniquebrada, la lúgubre luz de aceite agoniza con agonía tremenda e interminable, con quejumbroso y constante chisporroteo. Y los amarillentos reflejos de esta luz pintarrajean los rostros de los durmientes con pinceladas misteriosas… (26-27). El dormitorio es tétrico. Parece fosa común de cementerio, en la que se pudriesen trágica y fatalmente veinte almas juveniles, floridas… (29).

Cf. la entrada dedicada al “Dormitorio de Han de Islandia” en el Diccionario de la bohemia. De Bécquer a Max Estrella (1854-1920), de José Esteban. Renacimiento, Sevilla, 2017.

Eres tú (1973) de Mocedades #nordicovers

Inger Öst: Rör Vid Mej (Eres Tu).
Swedish cover of the Spanish entry to Eurovision Song Contest 1973. Original version by Mocedades. The Swedish version uses the original backing track.

Ställer inga frågor för jag är rädd för dina svar
Det är nog bäst att jag säger förlåt
Kanske var det så att jag lovade dig mer
Jag var beredd och ge
Just nu kan jag inte förstå
Att det här ska bli ett då
Och att inget kommer finnas sen
Snälla, rör vid mig igen
Jag kommer inte säga att jag vill ha oss kvar
Men du, en sak medans du går
Mitt hjärta gör så ont att om du kunde du valt
Så skulle jag aldrig träffat dig
Just nu kan jag inte förstå
Att det här ska bli ett då
Och att inget kommer finnas sen
Snälla, rör vid mig igen
Åh, jag kommer ihåg när du frågade
Om jag lovade att vara sann
Åh, när du såg att jag tvekade
Ja, då såg jag att den kärlek som försvann
Och det blev inte döden som skiljde oss åt
Men att vakna till en ny dag är knappast någon tröst
Vi har vår stund på jorden, visst läker tiden sår
Men idag vill jag höra din röst
Just nu kan jag inte förstå
Att det här ska bli ett då
Och att inget kommer finns sen
Snälla, rör vid mig igen
Och inget kommer finnas sen
Snälla, rör vid mig igen
Rör vid mig igen

TV-reklam från Cancerfonden

La la la (1968) de Massiel #nordicovers

La versión danesa corre a cargo de Gitte Haenning (Dinamarca, 1968)


La versión sueca se debe a Annikas, con letra de Bengt Haslum.

Min grandvar alltid så dyster,
nu strålar den av ljus
Med ens hör jag fåglarna sjunga,
det kvittrar från alla hus.

Och var jag går på stan.
folk småler mot mej,
och hela tiden jag sjunger
på min lycko låt om dej

La la la la
jag är jublande glad
jag går och tänker på dej
La la la la
du är min
bara min
snart ska du vara hos mej

Vi har det så fint tillsammans,
vi talar samma språk.
En dag så ska det bli bröllop,
då flyttar du till min kåk.

Så mysigt och så rart
med dela kryp in
att alltid få vara tillsammans
i en värld som är din och min!

La la la la
jag är jublande glad
jag går och tänker på dej
La la la la
du är min
bara min
snart ska du vara hos mej