Poesía nórdica de Agustín de Foxá

En junio de 1941 «Despedida a Madrid y a los amigos», elegía madrileña. Finlandia llevaba dos años repeliendo la invasión soviética con el apoyo de Alemania. Antes de llegar a Helsinki pasó un par de días en Estocolmo, y fruto de esta estancia es «Latitudes. Beso entre abetos». El 1 de septiembre aterriza en Finlandia en plena guerra (hay bombardeos sobre la ciudad). Había caído Viipuri y posiblemente caería San Petersburgo.

«Latitudes (beso entre abetos)». Para Manuel Orbea, vasco en el Norte. «Muchacha rubia que das» Estocolmo, agosto de 1941. Foxá llega a Estocolmo en avión la noche del 28 de agosto de 1941 para quedarse 2 días. Hay carta suya desde Estocolmo a padres y hermanos el 29 de agosto de 1941. Se alojó en el Gran Hotel.

Queridos padres y hermanos

«Aino». Helsinki, 20 de septiembre de 1941.
«Guerra en el norte». Viipuri-Viburg, octubre de 1941.
«Otra vez la mariposa». helsinki, octubre de 1941.
«Poema de sur y norte» (Recuerdo de Ganivet)». A Rafael Sánchez Mazas, que ama los poemas sencillos, con admiración. Helsinki, octubre 1941
«Temblor primero». Helsinki, octubre 1941.
«Estatua finlandesa».
«Viipuri o el último castillo de Europa».
«A Marita».

En enero de 1942 estuvo unos días en Estocolmo por una negociación comercial. Comió en esmokin en el restaurante Cecile. Hacía 32 grados bajo cero. Fue al cine a ver «Sangre y arena».

«Suecia, como ha dicho un escritor es un «pueblo en vacaciones». La raza es maravillosa, a fuerza de gimnasia y sport. Pero no tiene, me parece, ninguna fuerza moral ni espiritual. Es un país de médicos, ingenieros y atletas, cuyo Rey sigue jugando al tenis y entregando los gastos de su coronación y aniversario a los centros antituberculosos».

Aino la esquiadora, desnuda por los mares
que el hielo inmoviliza; pastora de los renos.
Mendiga de las nieves, que has cubierto tus senos
con la piel plateada de los zorros polares.

Para alegrar con fuegos tus tedios invernales
los lapones quemaron sus trineos mejores.
Vistes los esqueletos de los exploradores
en las noches, llameantes de auroras boreales.

Virgen del Polo Norte, donde es cristal el suelo,
que oíste ladrar las focas en sus helados bancos,
y el sol de medianoche doró tu cabellera.

Hay que amarte de prisa, antes de tu deshielo,
antes que a tu flotilla de icebergs y osos blancos
hunda, con su torpedo de flor, la primavera.

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