A principios de diciembre de 1936, José Gaos viajó a Suecia y a Noruega por distintas gestiones diplomáticas. Los discursos que tuvo ocasión de pronunciar contienen una sugerente comprensión de los acontecimientos que se habían desencadenado en España.
Pese a tratarse de intervenciones oficiales, Gaos se declara obligado a ser “subjetivamente veraz”, no “objetivamente verdadero”. Y este espíritu de sinceridad se concreta en la comprensión de la guerra civil que ofreció tanto en la alocución de Gotemburgo ante unos 10.000 manifestantes (5 de diciembre de 1936), como en la posterior conferencia de Estocolmo.
El 8 de diciembre de 1936 dio una charla en la Viktoriasalen (Tunnelgatan 19B) de Estocolmo, invitado por el Spanienkommittén i Stockholm.
El esquema de comprensión que propone Gaos es el siguiente. Un supuesto o aparente pronunciamiento militar a la antigua usanza decimonónica, en que con poca fuerza un general obtenía mucho éxito a la hora de reorientar la acción política, resultó en realidad, de inmediato, en guerra civil de las fuerzas armadas contra la República y contra el pueblo. Pero esta peculiar guerra civil, en la que el gobierno constituido quedó desposeído del grueso de las fuerzas militares y policiales de violencia legítima, vino a su vez acompañada de una revolución; la veracidad de Gaos estriba en reconocer que ha tenido lugar una revolución, por más que no fueron los revolucionarios los destructores violentos del orden establecido. Pero como una tercera o cuarta derivación del acontecimiento, esta guerra civil con revolución está deviniendo a su vez, de manera creciente, en guerra internacional –en “guerra civil europea”, se ha dicho al cabo del tiempo. Y en el conflicto sólo la República combate por un régimen democrático y por la paz en el mundo. Tal esquema de interpretación en cuatro derivaciones: pronunciamiento-guerra civil-revolución-guerra internacional, se completaba con un análisis político también sobrio de los dos bandos en guerra: el autoritario e intransigente hasta el absolutismo, y el democrático, flanqueado por la revolución, con sus respectivos apoyos sociales. Gaos hallaba una fórmula típica de su genio conceptista: “España son dos Españas desunidas en una”.
Si hubiera que caracterizar un poco más de cerca esta toma de postura de Gaos en la guerra civil, podría recurrirse a un somero contraste con las grandes figuras contemporáneas del pensamiento filosófico español. En este cuadro orientativo, el Rector de la Universidad de Madrid quedaría situado junto a Joaquín Xirau, Decano de la Facultad de Filosofía de Barcelona. Ambos se apartaban por igual tanto de la exaltación revolucionaria de una María Zambrano como del silencio de Ortega, expresivo de su distanciamiento de la República.
En las intervenciones del año 36, y todavía más en las del año 37, el compromiso de Gaos con la victoria de la República es integral; el régimen republicano es el depositario de la convivencia cívica entre españoles, de los afanes de justicia social, del anhelo de renovación europeizadora, etc. Y esta adhesión a las instituciones republicanas no se dejaba tentar por nada parecido a una “razón armada”, según se expresaba Zambrano, que fuera capaz de transformar la realidad española. Gaos representaría, y con su actuación reivindicaría una suerte de centro político orteguiano que afirmaba su viabilidad aun en medio de la mayor precariedad.