Este cuento se publica en ABC con ilustraciones de Bufrau. Texto
No es la primera ni última vez que los insectos aparecen en la obra de Foxá. Su interés por la entomología se aprecia en otros muchos escritos. Uno de sus primeros artículos se titula «Profecías y símbolos de las termitas» y no es extraño ver metáforas y juegos literarios que parten de estos animales. Influido en gran medida por Maeterlinck, lleva a cabo una comparación que supera la clásicas semejanzas sociales que pudiera haber establecido el mismo Ferchault de Réaumur, ya que no busca tanto el conocimiento de los insectos como usar a estos de símbolo para crear una xenoficción bien construida.
Foxá emplea este recurso para crear una ingeniosa historia con un matizado humor sardónico. A través de las investigaciones de Hans, construirá una radiografía de la sociedad de su tiempo, haciendo hincapié en uno de los problemas que más le acuciaba personalmente: la absorción del individuo por una colectividad cada vez más agresiva.
En este cuento lo que importa para nosotros es la figura del ingeniero forestal sueco que ha sido llamado a España para combatir una plaga de hormigas que invaden los cultivos. Su misteriosa muerte en un laboratorio lleno de complicadas emisoras e infinidad de lucecillas, teletipos y una biblioteca sobre los insectos es el símbolo del norte protestante y científico sin alma.
Aparece igualmente el contraste entre la cultura española y católica y la nórdica, protestante y cientifista: aceitunados celtíberos del pueblo v. sonrosado sueco protestante, asepsia y confort de los estudiantes de Upsala v. bares con billares, tertulias y pianolas de la calle San Bernardo, rubias muchachas de largas piernas de excursiones en balandro v. tres señoritas del lugar encastilladas en su soltería y en sus altivos motes nobiliarios, la pérdida de la noción del pecado v. los cuadros de ánimas con lenguas de fuego, pecado v. castigo.
Ver entrada de Víctor Muñoz Ramírez.
Luis Junco.